La asociación del gato con los humanos le dio un lugar prominente en la mitología y las leyendas de diferentes culturas, incluyendo las civilizaciones egipcia, japonesa, china y escandinava. Para los egipcios, eran animales sagrados, por lo que matar a uno se castigaba con la pena de muerte. La diosa Bastet era representada con la cabeza de un gato. A veces se momificaban los gatos muertos.
En la Edad Media, en cambio, se pensaba que eran familiares de las brujas, y a veces se les quemaba vivos o se les lanzaba desde lo alto de edificios altos durante las festividades. En el mundo occidental todavía está extendida la asociación de los gatos negros con la mala suerte (con excepciones como el Reino Unido). Para las personas supersticiosas, encontrarse de repente con un gato negro es un augurio de mala suerte. De hecho, incluso se culpaba a los gatos de transmitir la peste negra, lo que condujo a su exterminio en masa en pueblos y ciudades (permitiendo una explosión de la población de ratas, los auténticos vectores de la plaga).
En tiempos más recientes, la Iglesia Católica ha declarado como santos patrones de los gatos San Antonio Abad, San Francisco de Asís y San Martín de Porres, incluyendo el gato con el resto de animales domésticos independientemente de la raza y el color.
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